El Evangelio de la alegría

Dice el Señor:

«Mis discípulos no deben andar cabizbajo y tampoco deben caminar fingiendo de ser beatos y devotos para que la gente tenga la impresión que ellos pisan el suelo apenas con los pies, mientras que el resto del cuerpo ya se halle en los Cielos totalmente colmado con el Espíritu de Dios...

Os digo que ante todo el mundo debéis andar francamente con cara alegre para que cada uno pueda ganar confianza en vosotros. De esta manera propagaréis mucha Bendición de los Cielos entre los seres humanos.

Ved, ¡en Mí habita la Plenitud del Espíritu verdadero de Dios, y jamás Me visteis caminar cabizbajo o de mirada beata, sino siempre Me veis con expresión natural y sincera! Mi Camino siempre es recto y Mi Actitud ante los honestos y felices es amable y alegre, y a los tristes y afligidos los hago alegres y valientes. Y vosotros, siendo discípulos Míos, debéis ser totalmente idénticos, y eso llevados por vuestra propia voluntad completamente libre.

Por eso repito ante vosotros: debéis andar por el mundo de ánimo abierto, alegres y felices, sin apegaros a él. Porque como Yo Mismo vine de los Cielos más sublimes al mundo, sólo para traer a todos los seres humanos una buena Nueva de regocijo y de felicidad sublimes, capaz de proporcionar a cada uno el mayor consuelo, incluso hasta el extremo de no entristecer ante la muerte más cruel —porque ve, y lo debe ver, que para él ya no existe muerte alguna, y que para él, en Mi Reino eterno, no se pierden ni esta Tierra, ni el cielo visible sino, además, aun le está otorgado un gran dominio sobre muchas cosas—, así, si llegáis a ser muy activos en el Espíritu y en la Fuerza de Mi Doctrina, también os enviaré a vosotros en Mi Nombre para que divulguéis esta buena Nueva de los Cielos a todos los pueblos de la Tierra.

¿Quién pudiera o quisiera divulgar una Nueva tan sumamente feliz con un semblante triste, tímido, medroso y cabizbajo? Por eso, ¡apartad todo esto de vosotros, incluso toda reverencia exagerada ante Mí Mismo, porque con todo esto nunca seríais aptos para ser convocados para algo grandioso, y mucho menos aun para la realización de cualquier cosa importante y sublime!

Si Me amáis desde el fondo de vuestros corazones, ¡esto Me basta completamente! ¡Pues todo lo que va más allá de esto es tonto e inútil, porque, con esto, el hombre, que es Mi semejante, se vuelve una criatura cobarde e inútil para las cosas grandiosas!».

Fuente:

Gran Evangelio de Juan, tomo 6, capítulo 18, versículos del 10 al 14.